En mi opinión, cada estación tiene unas variedades de té más indicadas y esto se hace más notable si hablamos de mezclas con frutas o especias.
Llega el otoño y con él debo volver a consumir en grandes cantidades mis antiinflamatorios naturales, que me permiten no necesitar tantos antiinflamatorios de venta en farmacia. Estos aliados son el té verde y el jengibre. En otoño no puedo pasarme varios días sólo con bai mu dan, como hago a veces en el verano, las propiedades antiinflamatorias del bai mu dan no son comparables a las de cualquier té verde. Si lo tomo puro, me gusta el kukicha, pero en mezclas de varios ingredientes me decanto por algo sencillo como un sencha chino.
Cuando los días menguan y las temperaturas bajan la idea de refugiarse al abrigo de una taza calentita de té vuelve a ser de lo más tentador. Calentita pero no demasiado, no consumo bebidas muy calientes porque son pésimas para la garganta, la cavidad bucal y el esófago. Las reservo para cuando el frío se me ha metido en los huesos.
A medida que los árboles caducos se quedan desnudos de su anterior manto rojo y dorado, los tés avainillados dan paso en mi lista de preferencias las variedades chai más especiadas. Y estas combinaciones de sabores, al menos según mis preferencias, piden dulce. Adoro la sensación ligeramente picante cuando se acompaña de algo dulce. Si tomo infusiones ayurvédicas puras, sin estar combinadas con té, mi edulcorantes de elección suele ser la miel, aunque si me dispongo a disfrutar de un té verde o un té rojo chai empleo azúcar o fructosa, porque la miel camuflaría por completo los matices del té.
Por cierto, no me gusta nada el retrogusto mineral del té rojo, por eso siempre lo tomo combinado o aromatizado.
Con el otoño también vuelvo a disfrutar de algunas plantas medicinales como el tomillo y el orégano, perfectas para aliviar pequeños resfriados o enfriamientos. Y vuelven las infusiones de hojas de cáñamo sin THC. Como el sabor de las infusiones cannábicas no me resulta agradable, recurro a las mezclas. Hay una que combina el cáñamo con té verde sencha, espino blanco, romero y lavanda que me tiene loquita de contenta: alivia el dolor, alivia la ansiedad y tiene un sabor estupendo para mi gusto.
El cambio de las variedades preferidas de té con el cambio de las estaciones es algo habitual, incluso lógico según la medicina tradicional china. Pero siento curiosidad por saber qué proporción de consumidores de té y de infusiones varias modifica su pauta de consumo obedeciendo únicamente a los dictados del paladar. ¿ Me podéis dar pistas ? ^_^
Ya sabes lo adicta que soy a las infusiones. En el mes de agosto me ha dado por el té chai, lo compro a granel en un mercado y me tiene loca, nunca endulzo de ninguna manera ninguna infusión, me gustan con ese toque amargo. Pero no soporto las que llevan hibisco, me parecen ácidas al paladar.
En mi ciudad hemos tenidonun agosto otoñal y septiembre ha empezado de igual manera, así que en la despensa ya aparecieron el tomillo, el eucalipto y la melisa. El regaliz y el jengibre son dos básicos que no faltan a lo largo de todo el año, acompañados de las semillas de hinojo y de anís…
Mi proporción es mitad y mitad. Por las mañanas y después de comer sobre todo té y a partir de las 7 pm pasamos a infusiones sin teína.
Besos!
Hola, Syd:
Sí, ya sé que no te gustan nada las infusiones ni el jengibre, que no estás en ningún grupo de facebook sobre recetas de jengibre y todo eso ji ji ji.
¿ Mitad y mitad en jengibre y regaliz ? Yo cuando lo preparo con otra planta medicinal conf ines terapéuticos suelo ceder el protagonismo al ginger, ese que a mí tampoco me gusta nada ( sacrificada que es una, oiga ). 😉
Muchísimas gracias, CHILE
Maravilla de infuciones muchas gracias, Mónica.